La luna
vino a la fragua
con su
polisón de nardos.
El niño
la mira, mira.
El niño
la está mirando.
En el
aire conmovido
mueve
la luna sus brazos
y
enseña, lúbrica y pura,
sus
senos de duro estaño.
-Huye
luna, luna, luna.
Si vinieran
los gitanos,
harían
con tu corazón
collares
y anillos blancos.
-Niño,
déjame que baile.
Cuando
vengan los gitanos,
te
encontrarán sobre el yunque
con los
ojillos cerrados.
-Huye
luna, luna, luna,
que ya
siento sus caballos.
-Niño,
déjame, no pises
mi
blancor almidonado.
El
jinete se acercaba
tocando
el tambor del llano.
Dentro
de la fragua el niño
tiene
los ojos cerrados.
Por el
olivar venían,
bronce
y sueño, los gitanos.
Las
cabezas levantadas
y los
ojos entornados.
Cómo
canta la zumaya,
¡Ay, cómo
canta en el árbol!
Por el
cielo va la luna
con un
niño de la mano.
Dentro
de la fragua lloran
dando
gritos, los gitanos.
El aire
la vela, vela.
El aire
la está velando.
Federico
Garcia Lorca (Fuente Vaqueros -Granada 1898, Viznar -Granada 1936)
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