domingo, 1 de diciembre de 2013

ALMA

Este frío y desangelado mes de diciembre, nuestro Cuaderno de Poesía lo hemos dedicado al "Alma", a esa dimensión moral y sobrenatural tan difícil de describir, a ese estado espiritual invisible que va adosado a cada cuerpo y a cada ser vivo. A unas almas que parece que al morir su dueño, vagan errantes eternamente por los mundos.
Hemos elegido una melodía y algunos poemas diversos que hacen referencia al Alma para ambientar en este mes la lectura de nuestro blog poético y cultural.



La espiritualidad viva mas abstracta
procedente de los abismos de las ánimas,
vagando sin rumbo por mundos sin fin,
de vidas inertes desgarradas de los cuerpos,
la presencia ambigua y errante de las almas.

Almas sin cuerpo que no tienen dueño,
suspiros de ser de detrás de la vida,
almas jóvenes y almas envejecidas,
almas buenas y almas resentidas,
almas humanas y almas afligidas,
almas de cualquier vestigio de vida.

Almas que están y no se pueden coger,
ni se les puede hablar ni preguntar
de donde salieron sin volver a entrar,
robando esa historia de vida sin descifrar
que los cuerpos mortales quisieran encontrar.

Mundos sin alma entre almas inocentes,
almas de los pueblos y de su gente,
almas de hombre unidas a almas de mujer,
almas de animales fieles al alma de su dueño,
almas descarriadas de vidas sin freno,
almas bondadosas de espíritus buenos,
almas condenadas directas al averno,
almas perdidas de espíritus eternos ...

José Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Barrameda 1964)

ALMA DESNUDA



Soy un alma desnuda en estos versos, 
alma desnuda que angustiada y sola 
va dejando sus pétalos dispersos.

Alma que puede ser una amapola, 
que puede ser un lirio, una violeta, 
un peñasco, una selva y una ola.

Alma que como el viento vaga inquieta 
y ruge cuando está sobre los mares, 
y duerme dulcemente en una grieta.

Alma que adora sobre sus altares, 
dioses que no se bajan a cegarla; 
alma que no conoce valladares.

Alma que fuera fácil dominarla 
con sólo un corazón que se partiera 
para en su sangre cálida regarla.

Alma que cuando está en la primavera 
dice al invierno que demora: vuelve, 
caiga tu nieve sobre la pradera.

Alma que cuando nieva se disuelve 
en tristezas, clamando por las rosas 
con que la primavera nos envuelve.

Alma que a ratos suelta mariposas 
a campo abierto, sin fijar distancia, 
y les dice: libad sobre las cosas.

Alma que ha de morir de una fragancia 
de un suspiro, de un verso en que se ruega, 
sin perder, a poderlo, su elegancia.

Alma que nada sabe y todo niega 
y negando lo bueno el bien propicia 
porque es negando como más se entrega.

Alma que suele haber como delicia 
palpar las almas, despreciar la huella, 
y sentir en la mano una caricia.

Alma que siempre disconforme de ella, 
como los vientos vaga, corre y gira; 
alma que sangra y sin cesar delira 
por ser el buque en marcha de la estrella.




Alfonsina Storni (Suiza 1892 - Mar del Plata, Argentina 1938)

ALMA AUSENTE


No te conoce el toro ni la higuera, 
ni caballos ni hormigas de tu casa. 
No te conoce tu recuerdo mudo 
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra, 
ni el raso negro donde te destrozas. 
No te conoce tu recuerdo mudo 
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas, 
uva de niebla y montes agrupados, 
pero nadie querrá mirar tus ojos 
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre, 
como todos los muertos de la Tierra, 
como todos los muertos que se olvidan 
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto. 
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia. 
La madurez insigne de tu conocimiento. 
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.

La tristeza que tuvo tu valiente alegría. 
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace, 
un andaluz tan claro, tan rico de aventura. 
Yo canto su elegancia con palabras que gimen 
y recuerdo una brisa triste por los olivos.


Federico García Lorca (Fuentevaqueros, Granada 1898 - Viznar, Granada 1936)

ALMA MIA



Alma mía! Alma mía! Raíz de mi sed viajera,
gota de luz que espanta los asaltos del mundo.
Flor mía. Flor de mi alma. Terreno de mis besos.
Campanada de lágrimas. Remolino de arrullos.
Agua viva que escurre su queja entre mis dedos.
Azul y alada como los pájaros y el humo.
Te parió mi nostalgia, mi sed, mi ansia, mi espanto.
Y estallaste en mis brazos como en la flor el fruto.

Zona de sombra, línea delgada y pensativa.
Enredadera crucificada sobre un muro.
Canción, sueño, destino. Flor mía, flor de mi alma.
Aletazo de sueño, mariposa, crepúsculo.

En la alta noche mi alma se tuerce y se destroza.
La castigan los látigos del sueño y la socavan.
Para esta inmensidad ya no hay nada en la tierra.
Ya no hay nada.
Se revuelven las sombras y se derrumba todo.
Caen sobre mis ruinas las vigas de mi alma.

No lucen los luceros acerados y blancos.
Todo se rompe y cae. Todo se borra y pasa,
Es el dolor que aúlla como un loco en un bosque.
Soledad de la noche. Soledad de mi alma.
El grito, el alarido. Ya no hay nada en la tierra!
La furia que amedrenta los cantos y las lágrimas.
Sólo la sombra estéril partida por mis gritos.
Y la pared del cielo tendida contra mi alma!

Eres. Entonces eres y te buscaba entonces.
Eres labios de beso, fruta de sueños, todo.
Estás, eres y te amo! Te llamo y me respondes!
Luminaria de luna sobre los campos solos.
Flor mía, flor de mi alma, qué más para esta vida!
Tu voz, tu gesto pálido, tu ternura, tus ojos.
La delgada caricia que te hace arder entera.
Los dos brazos que emergen como juncos de asombro.
Todo tu cuerpo ardido de blancura en el vientre.
Las piernas perezosas. Las rodillas. Los hombros.
La cabellera de alas negras que van volando.
Las arañas oscuras del pubis en reposo.



Pablo Neruda (Parral 1904 - Santiago de Chile 1973)