miércoles, 1 de agosto de 2012

NOCHE ESTRELLADA




                               La noche ha llegado,
                               tras el rojizo ocaso de verano,
                               los pueblecitos de Andalucía
                               son arropados por un manto,
                               que los une a todos como hermanos,
                               aunque ellos se sientan separados
                               por la soledad de los campos.

                               La luna, tímidamente,
                               aparece con su luz blanca,
                               tornando lo que parecía una noche inerte,
                               en clareada,
                               haciendo que destellen en la oscuridad
                               las paredes calizas de las casas;
                               pintando en la noche oscura,
                               una penumbra encantada.

Adentrada la noche,
el silencio es raro,
callado,
difícil de contar,
solo se ve turbado a veces,
por la sirena de un barco al pasar.

En el patio de mi casa,
me paso las horas mirando al cielo,
resguardado del relente por la parra,
pienso en la inmensidad del universo;
intentando formar imágenes
con las estrellas,
con los luceros,
con todos los astros luminosos
que centellean en el cielo.

                               El ambiente infunde paz,
                               tranquilidad,
                               me hace evadirme completamente
                               de los problemas de nuestra sociedad,
                               solo se me ocurre mirar,
                               contemplar aquel cielo estrellado,
                               y su inmensidad.

José Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Bda, Cadiz 1964)

NOCTURNO




Sombra, trémula sombra de las voces.
Arrastra el río negro mármoles ahogados.
¿Cómo decir del aire asesinado,
de los vocablos huérfanos,
cómo decir del sueño?

Sombra, trémula sombra de las voces.
Negra escala de lirios llameantes.
¿Cómo decir los nombres, las estrellas,
los albos pájaros de los pianos nocturnos
y el obelisco del silencio?

Sombra, trémula sombra de las voces.
Estatuas derribadas en la luna.
¿Cómo decir, camelia,
la menos flor entre las flores,
cómo decir tus blancas geometrías?

¿Cómo decir, oh Sueño, tu silencio en voces?


Octavio Paz (México 1914 - 1998)

DE NOCHE



Y la noche se eleva como música en ciernes,
y las estrellas brillan temblando de extinguirse,
y el frío, el claro frío,
el gran frío del mundo,
la poca realidad de cuanto veo y toco,
el poco amor que encuentro,
me mueven a buscarte,
mujer, en cierto bosque de latidos calientes.

Sólo tú, dulce mía,
dulce en los olores de savia espesa y fuerte,
sin palabras, muy cerca, palpitando conmigo,
sólo tú eres real en un mundo fingido;
Y te toco, y te creo,
y eres cálida y suave matriz de realidades,
amante, amparo, madre,
o peso de la tierra que sólo en ti acaricio,
o presencia que aún dura cuando cierro los ojos,
fuera de mí, tan bella.

Gabriel Celaya  (Hernani, Guipuzcoa 1911 - Madrid 1991)

ESPÍRITUS DE LA NOCHE


Tu alma, en la tumba de piedra gris
Estará a solas con sus tristes pensamientos.
Ningún ser humano te expiará
A la hora de tu secreto.
¡Permanece callado en esa soledad!
No estás completamente abandonado:
Los espíritus de la muerte en la vida te buscan
Y en la muerte te rodean.

Te cubrirán de sombras, ¡permanece callado!
La noche, primero tan clara, luego se oscurecerá
Y las estrellas no mirarán más la tierra
Desde sus altísimos tronos en el cielo,
Con su luz de esperanza para los mortales.
Pero sus globos rojos apagados,
En tu hastío, tendrán la forma
De un incendio y de una fiebre
Que te poseerán para siempre.
De tu espíritu no podrás desterrar las visiones,
Que ahora no serán rocío sobre la hierba.
La brisa, aliento de Dios, es silenciosa,
Y la niebla sobre la colina,
Oscura, muy oscura, pero inmaculada,
Es un símbolo y una señal.
¡Cómo se extiende sobre los árboles
El misterio de los misterios!

Edgar Allan Poe (Boston EEUU 1809 - Baltimore EEUU 1849)


NOCTURNO (I)



Toma y toma la llave de Roma,
porque en Roma hay una calle,
en la calle hay una casa,
en la casa hay una alcoba,
en la alcoba hay una cama,
en la cama hay una dama,
una dama enamorada,
que toma la llave,
que deja la cama,
que deja la alcoba,
que deja la casa,
que sale a la calle,
que toma una espada,
que corre en la noche,
matando al que pasa,
que vuelve a su calle,
que vuelve a su casa,
que sube a su alcoba,
que se entra en su cama,
que esconde la llave,
que esconde la espada,
quedándose Roma
sin gente que pasa,
sin muerte y sin noche,
sin llave y sin dama.

Rafael Alberti (El Puerto de Santa Maria 1902 - 1999)

NOCTURNO (II)





Cuando tanto se sufre sin sueño y por la sangre
se escucha que transita solamente la rabia,
que en los tuétanos tiembla despabilado el odio
y en las médulas arde continua la venganza,
las palabras entonces no sirven, son palabras.

Balas, balas.

Manifiestos, artículos, comentarios, discursos,
humaredas perdidas, neblinas estampadas.
¡Qué dolor de papeles que ha de barrer el viento,
qué tristeza de tinta que ha de borrar el agua!

Balas, balas.

Ahora sufro lo pobre, lo mezquino, lo triste,
lo desgraciado y muerto que tiene una garganta
cuando desde el abismo de su idioma quisiera
gritar lo que no puede por imposible, y calla.

Balas, balas.

Siento esta noche heridas de muerte las palabras.

Rafael Alberti (El Puerto de Santa Maria 1902 - 1999)

LA TARDE VA OSCURECIENDO




La tarde va oscureciendo
después de este día tan luminoso,
olas bravías descubren
que salvaje será la noche.
Suena a lo lejos un profundo trueno.
Las últimas gaviotas cubren el horizonte
a lo largo de la pura altura del precipicio;
como vagos recuerdos en la memoria,
los últimos estremecimientos de deleite,
las alas blancas ya perdieron su blancura.
No queda una sola nave a la vista;
y, cuando el sol se va ocultando,
las espesas nubes conspiran para cubrir
a la Luna, que debe subir más allá.
Únicamente vida, anhelada amante.


Robert Bridges (Londres 1844 -  Oxford  1930)

NOCHE DE JUNIO




Muere el día en verano. De sus flores cubierto,
vierte el campo a lo lejos un perfume embriagante.
Con los ojos cerrados y el oído entreabierto,
dormimos en un sueño más claro y fascinante.

Es más grata la sombra y el lucero es más puro.
una luz imprecisa los espacios colora,
y el alba dulce y pálida, esperando su hora,
vaga toda la noche al pie del cielo oscuro.

Victor Hugo ( Besanzón 1802 - Paris 1885)