sábado, 1 de febrero de 2014

FEBRERO ENAMORADO

Este mes de Febrero nuestro blog poético y cultural parece que se ha vuelto algo enamoradizo.
Como intuyendo la llegada de San Valentín, nuestro Cuaderno de Poesía de este mes parece haberse vuelto más sensible, más  romántico, algo mas tierno y más pasional.
En él se ve reflejada la poesía llena de ingenio y técnica de Pablo Neruda, los desvelos del amor melancólico de Rafael Alberti por la hermosa capital italiana, o la sensibilidad romántica y hábil de las estrofas de Antonio Gala.
Este mes de febrero nuestro Cuaderno de Poesía viene "Enamorado".

NOCHE ENCANTADA



Mi espíritu profanó la intimidad de tus sueños,
tu mirada se alojó dentro de mi subconsciente,
bajo aquel cielo estrellado sucio de besos ardientes.
Sumidos en aquel abrazo largo sempiterno,
espectadores de una noche de mar tibio y sereno.

Brisa portadora de sabores a algas y a sal,
destellos de barquitos que surgen de la oscuridad
entre un susurro de olas que no nos quería despertar.
Soñamos que éramos tan felices como antes,
con ese amor inocente y exuberante de juventud,
entre libros de texto y recelos colegiales.
Aquellos paseos hasta tu casa todas las tardes.

Qué embelesante placidez la de aquella noche,
grato desenlace de un incandescente día estival,
bañistas, niños, cuerpos al sol, todo quedó atrás,
desde que los rayos cegadores se apagaron en la mar;
la dejaron de oro y luego se puso de cobre
sin que nadie supiera  donde los rayos se esconden.

La noche sin darse cuenta se abalanzó precoz,
con una penumbra absorbente de calma y tranquilidad,
donde resaltan tus ojos como tizones sin quemar,
tus labios dos fresones que las olas se quieren tragar.

Estaba a tu lado pero no estaba contigo,
ni siquiera yo sabia donde debía de estar,
si estaba soñando contigo o me enamoraba del mar.


José Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Barrameda 1964)

ES COMO UNA MAREA


Es como una marea, cuando ella clava en mí
sus ojos enlutados,
cuando siento su cuerpo de greda blanca y móvil
estirarse y latir junto al mío,
es cómo una marea, cuando ella está a mi lado.

He visto tendido frente a los mares del Sur,
arrollarse las aguas y extenderse
inconteniblemente,
fatalmente
en las mañanas y al atardecer.

Agua de las resacas sobre las viejas huellas,
sobre los viejos rastros, sobre las viejas cosas,
agua de las resacas que desde las estrellas
se abre como una inmensa rosa,
agua que va avanzando sobre las playas como
una mano atrevida debajo de una ropa,
agua internándose en los acantilados,
agua estrellándose en las rocas,
agua implacable como los vengadores
y como los asesinos silenciosa,
agua de las noches siniestras
debajo de los muelles como una vena rota,
como el corazón del mar
en una irradiación temblorosa y monstruosa.

Es algo que me lleva desde adentro y me crece
inmensamente próximo, cuando ella está a mi lado,
es cómo una marea rompiéndose en sus ojos
y besando su boca, sus senos y sus manos.

Ternura de dolor, y dolor de imposible,
ala de los terribles deseos,
que se mueve en la noche de mi carne y la suya
con una aguda fuerza de flechas en el cielo.

Algo de inmensa huida,
que no se va, que araña adentro,
algo que en las palabras cava tremendos pozos,
algo que contra todo se estrella, contra todo,
como los prisioneros contra los calabozos!

Ella, tallada en el corazón de la noche,
por la inquietud de mis ojos alucinados:
ella, grabada en los maderos del bosque
por los cuchillos de mis manos,
ella, su goce junto al mío,
ella, sus ojos enlutados,
ella, su corazón, mariposa sangrienta
que con sus dos antenas de instinto me ha tocado!

No cabe en esta estrecha meseta de mi vida!
Es como un viento desatado!

Si mis palabras clavan apenas como agujas
debieran desgarrar como espadas o arados!

Es como una marea que me arrastra y me dobla,
es como una marea, cuando ella está a mi lado!



Pablo Neruda (Parral 1904 - Santiago de Chile 1973)

LO QUE DEJÉ POR TÍ


Dejé por ti mis bosques, mi perdida 
arboleda, mis perros desvelados, 
mis capitales años desterrados 
hasta casi el invierno de la vida.


Dejé un temblor, dejé una sacudida, 
un resplandor de fuegos no apagados, 
dejé mi sombra en los desesperados 
ojos sangrantes de la despedida.


Dejé palomas tristes junto a un río, 
caballos sobre el sol de las arenas, 
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío. 

Dame tú, Roma, a cambio de mis penas, 
tanto como dejé para tenerte.


Rafael Alberti (El Ptº de Stª María 1902 - Ibideim 1999)

QUIZA EL AMOR ES SIMPLEMENTE ESTO


Quizá el amor es simplemente esto:
entregar una mano a otras dos manos,
olfatear una dorada nuca
y sentir que otro cuerpo nos responde en silencio.

El grito y el dolor se pierden, dejan
sólo las huellas de sus negros rebaños,
y nada más nos queda este presente eterno
de renovarse entre unos brazos

Maquina la frente tortuosos caminos
y el corazón con frecuencia se confunde,
mientras las manos, en su sencillo oficio,
torpes y humildes siempre aciertan.

En medio de la noche alza su queja
el desamado, y a las estrellas mezcla
en su triste destino.
Cuando exhausto baja los ojos, ve otros ojos
que infantiles se miran en los suyos.

Quizá el amor sea simplemente eso:
el gesto de acercarse y olvidarse.
Cada uno permanece siendo él mismo,
pero hay dos cuerpos que se funden.

Qué locura querer forzar un pecho
o una boca sellada.
Cerca del ofuscado, su caricia otro pecho exige,
otros labios, su beso,
su natural deleite otra criatura.

De madrugada, junto al frío,
el insomne contempla sus inusadas manos:
piensa orgulloso que todo allí termina;
por sus sienes las lágrimas resbalan...
Y sin embargo, el amor quizá sea sólo esto:
olvidarse del llanto, dar de beber con gozo
a la boca que nos da, gozosa, su agua;
resignarse a la paz inocente del tigre;
dormirse junto a un cuerpo que se duerme.


Antonio Gala (Brazatortas, Ciudad Real 1930)