domingo, 1 de abril de 2012

YA HUELE A PRIMAVERA



Hoy ha amanecido un nuevo dia,
el aire es fresco y sabe a Primavera,
un esplendoroso cielo añil
reposa sobre el verde de la hierba,
un jolgorio casi infantil,
pone encanto celestial a las riberas.

Marzo se hace viejo,
y los días se van alargando.
Abril llega con aires nuevos
que llenan de sabia los campos,
que hacen olvidar el invierno
y sus meses asolados.

Pronto resurgirán las amapolas,
reina encarnada del paisaje;
brotarán las diminutas florecillas
que salpicarán todos los parajes,
multicolor punteo lleno de risa
entre hierbajos y matorrales.

Pronto, en torno al viejo alcornoque,
volverán a jugar las cornejas,
batiendo al aire sus alas negras,
zigzagueo nervioso y taciturno
entre graznidos que exasperan.

Volverán de nuevo los pajarillos,
que poblarán las glaucas ramas.
Volverán de nuevo las calandrias,
los jilguerillos, las avutardas.
también vendrán las abubillas,
los ruiseñores, las golondrinas,
que recibirán cantando la mañana,
cantando musicales melodías,
melodías, bajo un cristal de cielo en llamas.

Entre jaramagos e hinojos,
madurarán fogosos los zarzales,
merodeados por libélulas y abejorros,
zumbido particular del entorno.

En el ocaso, al atardecer,
a la caída de la tarde soñolienta,
todo se sombrea y refresca.

En el preludio nocturno,
cuando los capullos se cierran,
se oye al campo susurrar con la luna nueva:
¿Quién es esa niña preciosa?.¿Quién es?.

·        La Primavera.

Si la ves por ahí, por favor:
Dile que vuelva.                                   

José Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Barrameda 1964)

HAY UN VERDE LAUREL, EN SUS RAMAS


Hay un verde laurel. En sus ramas
un enjambre de pájaros duerme
        en mudo reposo,
sin que el beso del sol los despierte.
Hay un verde laurel. En sus ramas
que el terral melancólico mueve,
        se advierte una lira,
sin que nadie esa lira descuelgue.
¡Quién pudiera, al influjo sagrado
        de un soplo celeste,
despertar en el árbol florido
las rimas que duermen!
¡Y flotando en la luz el espíritu,
mientras arde en la sangre la fiebre,
como «un himno gigante y extraño»
arrancar a la lira de Bécquer!

Rubén Darío (Matagalpa 1867 - León 1916)

CON LA PRIMAVERA


Con la primavera
viene la canción,
la tristeza dulce
y el galante amor.

Con la primavera
viene una ansiedad
de pájaro preso
que quiere volar.

No hay cetro más noble
que el de padecer:
sólo un rey existe:
el muerto es el rey.

José Martí (Cuba 1853  - 1895)

DOÑA PRIMAVERA


Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.

Lleva por sandalias
unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.

Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!

Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...

No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a toparlas
entre los jazmines?

¿Cómo va a encontrarlas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?

De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.

Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas...

Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:

Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño,
y de exultación.

Gabriela Mistral (Vicuña, Álava 1889 - Nueva York 1957)

PRIMAVERA



¡Toda la primavera dormía entre tus manos!
Iniciaste en un gesto la fiesta de las rosas
y erguiste, enajenada,
esa flecha de luz que impregna los caminos.
¡Toda la primavera!
Fervores del instante transido de capullos,
gracia tímida y leve del perfume sin rastro,
caricias que despiertan el sexo de las horas.
Brotaron de tus palmas en éxtasis gozoso
los trinos y las brisas. Y tu ademán secreto
despertó en rubores la pubertad del mundo.
¡Todo vino por ti! Porque tus manos lentas
ciñeron brevemente mi carne estremecida,
porque al rozar mi cuerpo
despertaste una flor que trae la primavera.

Ernestina de Champorucin (Vitoria 1905 - Madrid 1999)

CON QUEVEDO EN PRIMAVERA


Todo ha florecido en
estos campos, manzanos,
azules titubeantes, malezas amarillas,
y entre la hierba verde viven las amapolas.
El cielo inextinguible, el aire nuevo
de cada día, el tácito fulgor,
regalo de una extensa primavera.
Sólo no hay primavera en mi recinto.
Enfermedades, besos desquiciados,
como yedras de iglesia se pegaron
a las ventanas negras de mi vida
y el sólo amor no basta, ni el salvaje
y extenso aroma de la primavera.

Y para ti qué son en este ahora
la luz desenfrenada, el desarrollo
floral de la evidencia, el canto verde
de las verdes hojas, la presencia
del cielo con su copa de frescura?
Primavera exterior, no me atormentes,
desatando en mis brazos vino y nieve,
corola y ramo roto de pesares,
dame por hoy el sueño de las hojas
nocturnas, la noche en que se encuentran
los muertos, los metales, las raíces,
y tantas primaveras extinguidas
que despiertan en cada primavera.

Pablo Neruda (Parral, Chile 1904 - Santiago de Chile  1973)

LA PRIMAVERA BESABA


La primavera besaba
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil...
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
 —recordé—, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar...
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!

Antonio Machado (Sevilla 1875 - Francia 1939)

IDILIO



Tú querías que yo te dijera
el secreto de la primavera.
Y yo soy para el secreto
lo mismo que es el abeto.
Árbol cuyos mil deditos
señalan mil caminitos.

Nunca te diré, amor mío,
por qué corre lento el río.
Pero pondré en mi voz estancada
el cielo ceniza de tu mirada.

¡Dame vueltas, morenita!
Ten cuidado con mis hojitas.
Dame más vueltas alrededor,
 jugando a la noria del amor.

¡Ay! No puedo decirte, aunque quisiera,
el secreto de la primavera.

Federico Garcia Lorca (Fuente Vaqueros, Granada 1898 - Viznar, Granada 1936)