sábado, 1 de febrero de 2014

NOCHE ENCANTADA



Mi espíritu profanó la intimidad de tus sueños,
tu mirada se alojó dentro de mi subconsciente,
bajo aquel cielo estrellado sucio de besos ardientes.
Sumidos en aquel abrazo largo sempiterno,
espectadores de una noche de mar tibio y sereno.

Brisa portadora de sabores a algas y a sal,
destellos de barquitos que surgen de la oscuridad
entre un susurro de olas que no nos quería despertar.
Soñamos que éramos tan felices como antes,
con ese amor inocente y exuberante de juventud,
entre libros de texto y recelos colegiales.
Aquellos paseos hasta tu casa todas las tardes.

Qué embelesante placidez la de aquella noche,
grato desenlace de un incandescente día estival,
bañistas, niños, cuerpos al sol, todo quedó atrás,
desde que los rayos cegadores se apagaron en la mar;
la dejaron de oro y luego se puso de cobre
sin que nadie supiera  donde los rayos se esconden.

La noche sin darse cuenta se abalanzó precoz,
con una penumbra absorbente de calma y tranquilidad,
donde resaltan tus ojos como tizones sin quemar,
tus labios dos fresones que las olas se quieren tragar.

Estaba a tu lado pero no estaba contigo,
ni siquiera yo sabia donde debía de estar,
si estaba soñando contigo o me enamoraba del mar.


José Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Barrameda 1964)

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