Son de abril las aguas mil.
Sopla el viento achubascado,
y entre nublado y nublado
hay trozos de cielo añil.
Agua y sol. El
iris brilla.
En una nube lejana,
zigzaguea
una centella amarilla.
La lluvia da en
la ventana
y el cristal repiqueteo.
A través de la
neblina
que forma la lluvia fina,
se divisa un prado verde,
y un encinar se esfumina,
y una sierra gris se pierde.
Los hilos del
aguacero
sesgan las nacientes frondas,
y agitan las turbias ondas
en el remanso del Duero.
Lloviendo está
en los habares
y en las pardas sementeras;
hay sol en los encinares,
charcos por las carreteras.
Lluvia y sol. Ya
se oscurece
el campo, ya se ilumina;
allí un cerro desparece,
allá surge una colina.
Ya son claros,
ya sombríos
los dispersos caseríos,
los lejanos torreones.
Hacia la sierra
plomiza
van rodando en pelotones
nubes de guata y ceniza.
Antonio Machado (Sevilla 1875 - Colliure- Francia 1939)
No hay comentarios:
Publicar un comentario