Este objeto de amor no es un objeto puro;
Es un objeto bello, y creo que eso basta.
Bellos son sus brazos, sus hombros, sus senos;
Bellos son sus ojos (¡y qué bien me mienten!)
Deseable, me engaña, o furtiva, resbala
suave, suavemente, con física dulzura,
o gravita hacia un centro más secreto que el alma;
o duele con un fuego más real que el cariño.
Si la beso, no hablo; si la toco, no creo;
Y me quedo callado mirándola muy cerca,
o me duermo en sus brazos, o me muero en su espasmo,
y en aniquilarme hallo cierto descanso.
Gabriel Celaya (Hernani, Guipúzcoa 1911 - Madrid 1991)
No hay comentarios:
Publicar un comentario