Nadie sabe quien te plantó
ni
tu procedencia ni casta,
el caso es que siempre estuviste
en el patio de mi casa.
Carcomido y polvoriento,
viejo y con poca sabia,
solo te mantiene vivo
la brisa que el mar te manda.
Jugaste y fuiste feliz,
con los niños de mi casa,
cuando en sus juegos infantiles
por tu áspero tronco trepaban.
Albergaste muchos pájaros
que
en tí sus nidos construyeron,
algunos lo hacen aún,
pero otros no volvieron.
Cuantos enamorados grabaron
en tu tronco corazones,
cuantos besos a escondidas
y cuantos versos de amores.
Las flores de las macetas
con sus fragancias te animan,
mientras que tú seco y sin fuerzas,
lentamente te morías.
En las tardes de verano
al fresquito de la parra,
contemplaba amargado y triste
cómo tus ramas mustias me hablaban.
Hoy al abrir mi ventana,
algo tornó la expresión de mi cara,
vi como en tus secas ramas,
unas pequeñas hojitas brotaban.
José
Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Barrameda 1964)
Un poema precioso, parece que ese árbol era algo importante. Me pasa lo mismo con mi menta.
ResponderEliminarPues si amiga, este poema está basado en un hecho real, era un árbol que ocupaba el centro de un patio andaluz, un patio lleno de macetas de flores y plantas de todo tipo, un patio de vecinos de la casa andaluza de mi abuela paterna. Ese árbol viejo era concretamente un níspero, un frutal que no se si conoces que a finales de primavera se llena de frutos color naranja.
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