El Otoño parece haber llegado,
el cielo azul de Andalucia
grisáceo se va tornando,
el sol cubierto de nubes
parece como tristón, débil,
apagado.
Los campos están secos,
amarillentos, abrasados,
con la hierba mustia y tenue
por las calores del verano.
Los viñedos están desconocidos,
enmarañados y
secos los sarmientos,
suelo cubierto de hojarasca
agitada por el viento,
hojas que vuelan desordenadamente,
salpicando el tono gris del cielo.
A veces,
sobrevolando los campos inmensos,
se ven pasar aves de regreso,
que vuelan a paises lejanos,
para pasar el invierno.
La playa aparece desierta,
sin los niños, los bañistas,
ni el carrillo de los helados,
solo queda un viejo pescador
de tez morena y pelo cano,
remendando una vieja red
que la mar casi había destrozado.
Allí, a lo lejos,
por la orilla, corren
dos perros,
uno detrás del otro
para arrebatarse un
hueso,
pobres perros
callejeros,
qué duro se les hará el
invierno.
No cabe duda,
el verano nos ha dejado,
y el Otoño con su manto
de hojas,
con sus tonos grises y
plateados,
parece haber llegado.
José
Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Barrameda 1964)
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