La noche ha llegado,
tras
el rojizo ocaso de verano,
los
pueblecitos de Andalucía
son
arropados por un manto,
que
los une a todos como hermanos,
aunque
ellos se sientan separados
por
la soledad de los campos.
La
luna, tímidamente,
aparece
con su luz blanca,
tornando
lo que parecía una noche inerte,
en
clareada,
haciendo
que destellen en la oscuridad
las
paredes calizas de las casas;
pintando
en la noche oscura,
una
penumbra encantada.
Adentrada la noche,
el silencio es raro,
callado,
difícil de contar,
solo se ve turbado a
veces,
por la sirena de un
barco al pasar.
En el patio de mi casa,
me paso las horas mirando
al cielo,
resguardado del relente
por la parra,
pienso en la inmensidad
del universo;
intentando formar
imágenes
con las estrellas,
con los luceros,
con todos los astros
luminosos
que centellean en el
cielo.
El
ambiente infunde paz,
tranquilidad,
me
hace evadirme completamente
de
los problemas de nuestra sociedad,
solo
se me ocurre mirar,
contemplar
aquel cielo estrellado,
y
su inmensidad.
José Manuel Monge Alvarez (Sanlúcar de Bda, Cadiz
1964)
No hay comentarios:
Publicar un comentario