Recuerdos
de una vida concebida a orillas del Guadalquivir,
de media
infancia emigrada a las verdes tierras del norte,
recuerdos
de juegos entre viñedos de Rioja y campiñas exuberantes,
de campas
llenas de montones de leña recién cortada traída del monte.
De un
colegio lleno de caras asustadizas de chiquillos llegados de pequeñas aldeas,
de bolsas
de canicas y batallas de castañas amargas caídas de los árboles,
de cabañas
de madera hechas de retales de ramas sobre una vieja higuera,
de pantalocillos
cortos y cachas rojas por el picar de las ortigas de las veredas.
De andar
entre las humeantes fabricas rebuscando entre los desechos
para hacer
espadas y capas de los superhéroes de novelas y tebeos,
recuerdos
de riachuelos cristalinos que zigzaguean entre las huertas,
como me
acuerdo de aquel rebuscar de higos, de almendras mollares y cerezas,
recuerdos
de los bailes y de aquellos encierros apasionantes durante las fiestas.
Recuerdos
de una vuelta a la blanca y radiante Andalucía,
a un viejo
y recto colegio y al ruidoso piso de adoquines de la calle Barrameda,
a rebanadas
de pan de panadero con manteca y juegos en la casapuerta,
de
distraerse viendo pasar gente para los toros y a las niñas casaderas,
de idas y
venidas al cole con tacos de libros de texto apoyados en la cadera,
de cines de
verano y largos partidos de fútbol en la playa si bajaba la marea,
recuerdos
de zapatillas viejas, balones pinchados y rodillas desconchadas,
de andar
entre nabazos, callejuelas y barrios
marineros haciendo trastadas,
recuerdos
de multitud de amigos muy pobres y vivencias felices de la infancia.
Un noviazgo
romántico, su trabajo en la tienda y el mío en el campo,
años de
ilusión inusitada y la construcción a mano de nuestra casa,
una boda
discreta y la planificación de una humilde familia sanluqueña,
años
felices y dos hijos preciosos que alegraron y llenaron nuestra morada,
dos décadas
de trabajo estable y la misma lucha de supervivencia incontrolada,
esos viajes
con mi niño a ver a la
Leti jugar por los campos de tercera,
una vida
sencilla, el criar y ver crecer a los hijos de la forma más plácida,
el
envejecer juntos en el sitio donde un río moro flirtea con Doñana,
donde
sentados los recuerdos de una vida se ven pasar despacio,
de la forma
más clara …
José Manuel
Monge Alvarez (Sanlúcar de Barrameda 1964)